Visita del fantasma
viernes, 20 de octubre de 2017
Ese día visitó el colegio un naturalista de 185 años de edad, ¡ni más ni menos! Lejos de presentarse, os dejó una serie de pistas para que hicieseis trabajo de investigación y descubrieseis de quién se trataba. Estas fueron algunas de las pistas que el fantasma os ofreció para que averiguaseis su nombre:

Me gustó mucho comprobar que al día siguiente en el río todos vosotros, unos tras sus propias investigaciones y otros ayudados por vuestros tutores, ya sabíais el nombre completo del fantasma visitante.

¡Exacto!, se trata de Don Víctor López Seoane, un médico y naturalista gallego del siglo XIX, coetáneo de Rosalía de Castro y Manuel Murguía, que descansa en el Cementerio de San Amaro en A Coruña, y en cuyo honor se le dio a este hermoso reptil del noroeste ibérico el nombre de víbora de Seoane (Vipera seoanei).

Don Víctor López Seoane estudió muchos aspectos de la fauna y flora gallega y española, fue profesor de física e historia natural además de médico, y perteneció a numerosas sociedades naturalistas españolas y europeas. En definitiva, estamos hablando de un reconocido científico al que debemos muchos de los conocimientos de la biodiversidad de nuestra tierra. En una de sus obras escritas, editada en el año 1886, Reseña de la Historia Natural de Galicia, tras describir la extraordinaria diversidad biológica y la hermosura de los paisajes naturales gallegos, nos cuenta lo siguiente:
» Si con este trabajo logramos llamar la atención de los hombres estudiosos, si en el breve cuadro que presentamos, y en el cual entre los datos ajenos, se presenta modestamente la propia observación, hay algo que pueda servir para que Galicia sea más amada y respetada por los que la desconocen, nos daremos por recompensados de nuestros afanes. ¡Ojalá que otros más claros talentos emprendan con ánimo y fortuna el grande inmenso trabajo de llenar en su mayoría el vasto cuadro que trazamos! «
Víctor López Seoane. Reseña de la Historia Natural de Galicia. Año 1886.
Os aseguro que esta frase es una de las que guía el espíritu y el trabajo de los monitores que os acompañaron al día siguiente al río.

El fantasma, de que en aquel momento todavía no sabíais su nombre, os entregó también un instrumento básico para cualquier naturalista en el momento de realizar sus salidas de campo, una libreta o cuaderno de campo. También se os entregaron identificadores o colgantes para repartir los grupos en la jornada del día siguiente en el río.
Todos los grupos de escolares estaban identificados con animales que forman parte de la fauna de un río, ¿recuerdas sus nombres?. Los monitores llevaban un identificador con las hojas y frutos de un árbol típico de la ribera: el aliso o ameneiro.

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